Marina Golondrina (Santiago de Chile, Chile) ha vivido en varios países, pero se quedó en España por la tortilla de patata con cebolla y poco hecha. De adolescente descubrió su vocación profesional gracias al manga y desde entonces no ha dejado de dibujar, ni siquiera después de desgarrarse el talón bailando muñeiras. Estudió letras en Buenos Aires, varios años de teatro y al final decidió centrarse en la ilustración, aunque invierte mucho tiempo en investigar las leyendas de cualquier lugar que se le ocurra.